El jueves hará 50 años que salió de la fábrica de Mungia el primer Goggomobil.
Solo verlos a uno le entra el buen rollo. Pequeños y retros, los Goggomobil provocan sonrisas a su paso. Hoy día no es fácil encontrarlos circulando, pero protagonizaron una página más que interesante en la historia del automóvil en el País Vasco. Este jueves se cumplirán 50 años desde que salió el primer Goggomobil de la factoría que los fabricaba, en Mungia. Hoy, son muchos los que recuerdan a estos vehículos con afecto, y un puñado de nostálgicos aún conservan algunos, como los miembros del Club Goggomobil de Mungia, que este año celebrarán este aniversario con varios y diversos actos.
Fue la noche del 5 de enero de 1962. La primera unidad de estos microcoches veía la luz en la fábrica de Munisa (Munguía Industrial S.A.), que pertenecía al Grupo Beltrán y Casado, y que se encontraba en el barrio de Trobika. "Beltrán y Casado fabricaba en Vitoria componentes para automóvil para la furgoneta DKW y para la motocicleta Peugeot. Y decidieron dar un paso adelante y acometer la construcción de un vehículo a nivel estatal", explica Miguel Martín Zurimendi, miembro del Club Goggomobil, aficionado a los coches y gran conocedor de la historia del automóvil. "Todos los componentes del Goggomobil eran fabricados aquí, pero bajo la licencia de un vehículo de la casa Glas que se hacía en Alemania", añade.
Así llegó este pequeño auto al mercado estatal. Munisa fabricó unas 6.000 unidades entre 1962 y 1967. Los primeros coches se vendieron al precio de 53.000 pesetas y se lanzaron con una potente publicidad. "Se acompañó de una campaña que no era habitual en la época: se presentaba en todas las ferias de muestras, se daba la posibilidad de comprarlo a plazos...", explica. "Incluso publicitaban sus veleidades como coche deportivo", añade. El coche deportivo más compacto, rezaban los eslóganes de aquellos años. Primeramente, los fabricantes dirigieron este vehículo a profesionales liberales, comerciales, viajantes, pero al final trataron de enfocarlo como un coche familiar e intentaron aumentarlo de tamaño, dotándole de unos centímetros más de largo, aunque incluso entonces no dejaban de ser un microcoche. Además, se llegaron a fabricar algunas pocas furgonetas, proporcionando por detrás al cochecito de una pequeña cabina cuadrada para carga. Tan chiquitines eran los Goggomobil que ni siquiera tenían maletero y el equipaje debía de colocarse encima, en la baca del coche.
La producción de este vehículo duró poco. En el 67 salieron las últimas unidades. Fueron varias las circunstancias que confluyeron. Por una parte, y tal y como explica Miguel Martín, Beltrán y Casado había adquirido la licencia para fabricar microcoches, un tipo de vehículo que ya quedaba desfasado para la España de la época, y no pudieron desarrollar vehículos de gama más alta como era su intención primera. Llegan los problemas financieros al bajar las ventas y además, Glas, en Alemania, acaba siendo absorbida por BMW en el año 1964, con lo cual la fábrica de Mungia se queda sola. "Algunos grupos automovilísticos como General Motors se interesaron e intentaron adquirir la licencia, pero los nuevos planes del por entonces Ministerio de Industria exigían una producción fuerte y a nadie le interesó", explica Martín. "Pero aquella era una fábrica moderna, con personal cualificado. Tenía condiciones para desarrollar el producto", asegura.
aniversario Este año, y con motivo de este aniversario, desde el Club Goggomobil de Mungia, con el apoyo del Ayuntamiento de la localidad, preparan una serie de actos. El tercer domingo de mayo celebrarán una concentración estatal de microcoches en Mungia y una comida que reunirá a antiguos trabajadores de Munisa. Este jueves, además, los miembros de esta asociación se reunirán para almorzar con motivo de esta fecha.
Por otra parte, Miguel Martín Zurimendi prepara un libro que gira en torno a Munguía Industrial S.A. No es la primera vez que este estudioso publica un volumen sobre el mundo de las cuatro ruedas, ya que también lanzó uno sobre la historia del automovilismo en Bizkaia y otro sobre la historia del transporte urbano de Bilbao.
"Es un coche simpático", explica. "Para Mungia esta fábrica supuso la entrada a trabajar de mucha gente joven, era la alternativa al trabajo en el campo. Vino bien a la economía del pueblo", afirma. "Para mucha gente el Goggomobil fue su primer coche; era un coche de dominguero, para ir a la playa", dice riendo. "Sorprendentemente, la gente dice que incluso hacían viajes largos, a Madrid, con el Goggomobil". Actualmente, hay una docena de unidades registradas en el País Vasco y unos 200 a nivel estatal, pero Martín asegura que probablemente en casas y caseríos quedaron más guardados, como si de juguetes se trataran por su tamaño reducido.
"Son coches que no han tenido gran valor a nivel de coleccionismo y no lo van a alcanzar. Su valor es más sentimental al ser un vehículo vizcaino", asegura Martín, y resalta que los Goggomobil son los coches que despiertan más simpatía junto a los Biscuter y las Isetta, estás últimas más cariñosamente conocidas como huevos. "Los coleccionistas lo suelen comentar: si vas con un Goggomobil todo el mundo sonríe; si vas con uno de altísima gama, te tiran una piedra", bromea.
Hoy, 50 años después, los Goggomobil han pasado a ser objetos de culto de nostálgicos, y son recordados con cariño por muchos en Mungia y de los municipios de alrededor. En la era de los enormes 4x4, de los monovolúmenes, de los diseños aerodinámicos, el pequeño Goggomobil sigue provocando la sonrisa al ritmo de su motor de 350 C.C.